Salvar al elefante

Este fin de semana el Ministerio de Minas y Energía publicó en su página web un formulario convocando a representantes de consumidores y proveedores de diferentes energéticos (gas natural, energía eléctrica, gas licuado de petróleo) para que planteen diferentes propuestas normativas que se consideren relevantes en la regulación de dichos sectores. Para esto dio un plazo hasta el 3 de marzo de 2023.

Este fin de semana el Ministerio de Minas y Energía publicó en su página web un formulario convocando a representantes de consumidores y proveedores de diferentes energéticos (gas natural, energía eléctrica, gas licuado de petróleo) para que planteen diferentes propuestas normativas que se consideren relevantes en la regulación de dichos sectores. Para esto dio un plazo hasta el 3 de marzo de 2023.

Esta iniciativa busca recolectar la opinión de diferentes agentes en la coyuntura actual y así avanzar en la construcción de las medidas regulatorias que el gobierno debe implementar a la luz de su autoinfligido acto de recoger las funciones regulatorias de la Comisión de Energía y Gas (Creg). ¿Será esto un buen mecanismo para intervenir en un sector?

En 2008 Alejandro Gaviria ganó el premio Simón Bolívar al mejor artículo de opinión por una columna llamada “Matar a un elefante” y publicada en el diario El Espectador. Trata sobre un corto ensayo que escribió George Orwell que es un relato autobiográfico de un evento que vivió cuando era guardia del imperio británico en Burma.

A raíz de una orden por un superior, Orwell debe acudir a resolver un incidente en donde un elefante ha causado desorden en una población. Llega con su rifle y una multitud comienza a relatar los destrozos que ha causado el animal. Inclusive lo acusan de haber matado a una persona.

Orwell no encuentra al elefante en primera instancia, pero la gente lo va guiando hacia la dirección que ha tomado. Lo ubica y observa que el elefante ya está calmado. A su juicio, lo debe dejar en paz. En ese entonces y en ese lugar, un elefante es un medio de trabajo. Una máquina eficaz y costosa.

Pero la multitud lo ha acompañado y ya hay una expectativa creada, una sed de sangre. Exigen su muerte. Hay un reclamo de poder a quien tiene los medios para castigar. El guardia tiene el rifle en mano, mata al elefante y la multitud aplaudió el evento. Orwell describe en su ensayo el momento del disparo:

“Cuando apreté el gatillo no escuché el bang, ni sentí la patada, nunca se siente cuando el tiro llega al blanco. Pero escuche el rugido diabólico de alegría que provenía de la multitud. En ese instante, en ese lapso corto de tiempo en que la bala alcanza su objetivo, un misterioso cambio terrible había sobrevenido al elefante. No se sacudió, ni cayó, pero toda la línea de su cuerpo se alteró. De repente, se veía afligido, encogido, inmensamente viejo, como si el impacto espantoso de la bala lo hubiera paralizado sin noquearlo. Finalmente, después de lo que pareció un tiempo largo, pudo haber sido cinco segundos me atrevo a decir, él se hundió en sus rodillas. Su boca babeando. Una enorme senilidad se instaló en él. Se le podría imaginar con mil años de edad. Disparé de nuevo al mismo blanco. Al segundo disparo no colapsó, se intentó parar de nuevo con sus piernas tembleques y su cabeza caída. Disparé la tercera vez. Este fue el disparo definitivo. Se podía ver la última sacudida de la agonía terminando el último remanso de fuerza en sus piernas”.

El sector energético colombiano está muy nervioso ante la irrupción institucional que el gobierno ha cometido: es un elefante aturdido. El sector y sus actividades de inversión, mejoras en calidad, expansión en cobertura y capacidad están en suspenso. Los perjudicados serán los usuarios.

En el formulario expedido por el ministerio podría cada sector de consumo expresar su descontento sobre las tarifas actuales: que la electricidad, el gas natural y el gas en cilindros son costosos; que lo más adecuado es bajar los precios de estos a como dé lugar; que el bolsillo de los colombianos ya no soporta más.

Podría cada sector de oferta protegerse y apuntar la carga de los costos en su proveedor, el generador de energía, explicando que el carbón está caro y el gas natural importado también; el comercializador de electricidad dirá que los generadores le venden la electricidad muy costosa; quien compra gas propano puede decir que los precios de Ecopetrol son altos; los proveedores de gas natural pueden expresar que sus costos son en dólares y que la devaluación no la pueden gestionar. Y todos, todos, tendrían algo de razón en su fuero sentimental.

La magia de regular es lograr un sector que no sea del gusto de moda de un momento, ni de un segmento, sino que pueda prevalecer en el largo plazo. Que traiga mejores indicadores de precios, eficiencia, calidad, cobertura, solidaridad y confiabilidad a los usuarios. Y que pueda seguir avanzando en retos siempre por venir. Como se ha logrado en estos años.

Esto es algo que la institucionalidad del sector energético colombiano entiende. Y la institucionalidad no es exclusivamente los órganos de gobierno en donde la Creg es el actor principal y ahora desplazado. Son los gremios de cada segmento, la academia, los trabajadores.

Colombia a diferencia de muchos países vecinos, cuenta con unos gremios vigorosos, capacitados y conscientes de su papel en el desarrollo de la economía nacional. Juntos, como lo han manifestado en varios comunicados tanto oferta como demanda, pueden enfocarse en la creatividad particular de cada interés, pero igualmente promoviendo el respeto y preservación de unos principios básicos. Más que nunca es primordial recordar que estos principios son un patrimonio de los colombianos de hoy y de mañana y no de ningún gobierno particular.

  1. Permitir una prestación de servicios bajo criterios eficientes en los costos. Que los usuarios, en los sectores regulados, siempre cuenten con costos que exijan indicadores de eficiencia y calidad de los prestadores.
  2. Contar con mecanismos de solidaridad sostenibles en el tiempo. La solidaridad existe en el sector energético en varios aspectos. Los temas particulares de mercados con insuficiencia pueden resolverse con mayores asignaciones de subsidios, que permitan solventar sus problemas, y esto puede hacerse de manera excepcional.
  3. Que opere la libre competencia en los mercados que lo ameriten. La asignación de recursos se hace de la mejor manera en competencia, logrando que estos puedan utilizarse de la manera más eficiente ante coyunturas de escasez y ante requerimientos de expansión.
  4. Permitir la libre empresa de agentes públicos y privados. Que el sector se nutra con las mejores prácticas empresariales de agentes de todo tipo. Llevando el mejor servicio a diferentes regiones.
  5. Permitir la suficiencia económica de los prestadores. Que los prestadores puedan cubrir sus costos ante diferente tipo de coyunturas.
  6. Incentivar la inversión a largo plazo del sector. Las señales de inversión a largo plazo son las que permiten la expansión oportuna de la infraestructura. Estas deben preservarse.
  7. Recuperar la institucionalidad. El gobierno tiene actualmente una labor imperiosa de regular de la mejor manera por un periodo de transición. Debe acompañarse del conocimiento técnico de la Creg y la redacción de las medidas debe ser hecha finalmente por dicho órgano que es el que conoce el índice regulatorio y sus implicaciones. La Creg debe ser quien continúe con el relevo que dejará la intervención y los principios legales deben recuperarse con la menor incertidumbre posible y en el menor tiempo.

Preservando estos principios, es suficiente la creatividad que puede correr en cada sector para aportar a medidas extraordinarias en la coyuntura, sin requerir canibalizar al otro. Estos principios deben ser expuestos de manera concreta, conocida y acompañada por los diferentes gremios de usuarios y de proveedores de los servicios.

Explica Alejandro Gaviria en la columna mencionada que el ensayo de Orwell ha tenido análisis de diferentes tipos y cita una explicación de un mexicano.

“El escritor mexicano Jesús Silva–Herzog, en un ensayo publicado hace un año en la revista Letras Libres, propuso una interpretación distinta del ensayo de Orwell. En opinión de Silva, ‘Matar un elefante’ es ante todo una ‘metáfora de los sobornos de la simpatía’. El guardia actúa en contra de sus convicciones porque cae en la trampa del aplauso”.

Dentro de unos días el Ministerio de Minas y Energía comenzará un ejercicio de resolver cuál es la manera de intervenir las tarifas que se cobran a usuarios de algunos energéticos. Una responsabilidad enorme, que tendrá todas las provocaciones de buscar el aplauso de la multitud frenética que busca bajar los costos como sea, o el aplausito de un segmento que quiera salirse con su rincón incólume.

Una responsabilidad en donde reposa el hoy y mañana de un sector que requiere recuperar la confianza. Un sector que necesita inversiones urgentes, debe continuar con calidad y alcanzar cierta cobertura. El ministerio tendrá el gatillo para matar al elefante y sentir la gloria efímera. Pensando que esto es una herida leve, algo que no afecta a largo plazo.

Pero es su deber cuidar el sector. Ahora es cuando usuarios, proveedores y gremios requieren enfocar su expresión a preservar principios ineludibles y al ministerio le toca observar con mesura su oportunidad única. Todos debemos salvar al elefante.

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