Una política pública acertada

Los subsidios a los combustibles han sido un dolor de cabeza para todo gobierno que los ha tratado de implementar, tanto en Colombia como en otros países del mundo.

Los subsidios a los combustibles han sido un dolor de cabeza para todo gobierno que los ha tratado de implementar, tanto en Colombia como en otros países del mundo. Estos subsidios, que típicamente se otorgan a través de fondos de estabilización de precios -como el FPEC en Colombia- desafortunadamente nunca se alcanzan a cubrir con el presupuesto nacional. Es el gobierno jugando contra el mercado del petróleo global. Y ahí es muy dificil ganar. Por eso es que una de las pocas políticas públicas en las que este gobierno ha acertado es en la de los precios de la gasolina. Como lo dijo el presidente hace poco, los pobres subsidian el precio de la gasolina a quienes tienen carros particulares. Por eso, subir los precios de la gasolina -y del diesel también, aunque esto no lo ha hecho el gobierno hasta el momento- definitivamente es una política pública acertada.

Subsidiar los precios de los combustibles tiene varios efectos. Por un lado, efectivamente la población que no consume gasolina directamente, subsidia a la población que si lo hace. Sin embargo, hoy en Colombia es dificil encontrar algún segmento de la población que no consuma gasolina, en particular por el auge de la moto como medio de transporte; pero en todo caso la población mas pobre, que tiende a no tener carro, si subsidia a la población con mas ingreso, la cual tiene una mayor concentración de automóviles particulares.

Adicionalmente, subsidiar el precio de la gasolina no permite enviar las señales correctas en cuanto a la relatividad de los costos de los energéticos, impidiendo que el mercado introduzca innovaciones en la utilización de combustibles alternativos para el consumo en el transporte. Tener los precios de la gasolina artificialmente bajos ha impedido, en parte, que se masifiquen las flotas de vehículos a gas natural o a GLP, por ejemplo. Y ni hablar de los vehículos eléctricos, que no son competitivos si los precios de la gasolina se quedan artificalmente bajos. Desde el punto de vista ambiental, los combustibles fósiles tienen unas emisiones de gases efecto invernadero mas altas que otros combustibles alternativos. Pero si la gasolina es relativamente mas barata que otras fuentes menos contaminantes, es dificil sustituir por otros energéticos menos nocivos para el medio ambiente. Y los subsidios definitivamente mantienen el precio de la gasolina artificialmente bajo.

Finalmente está el efecto fiscal. Se espera que con todo y las alzas tan pronunciadas de la gasolina que ha venido haciendo el gobierno, el FPEC termine el año con un déficite de entre $26 y $29 billones de pesos. Esto es entre el 30% y el 45% mas que la reforma tributaria que pasó el gobierno Petro. Estos recursos sin duda podrían estar mejor invertidos, no subsidiando a los consumidores de gasolina en Colombia. Además que el efecto en caja para Ecopetrol -el único productor de gasolina nacional- es relevante, pues hoy esa compañía tiene una enorme cuenta por cobrar con el presupuesto nacional. Esta plata podría ser repartida a los accionistas de Ecopetrol, en lugar de tenerla atrapada en el FPEC.

Esperemos que la senda de incremento de precios de la gasolina continúe y se acerque lo que mas pueda al precio internacional. Esto es lo único que verdaderamente garantiza la eliminación del subsidio a ese combustible. Lo ideal es que no existan subsidios a ningún combustible, aunque esto políticamente es complejo. Lo del precio de la gasolina es un gran avance. Eventualmente Colombia podría pensar en desmontar el FPEC, un fondo que solo ha traído dolores de cabeza para el manejo del presupuesto nacional.

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