1. Tal vez la más importante de las reformas es la que tiene el título más estruendoso y de impacto inmediato negativo ya que no tiene sólo que ver con la minería sino con toda la intervención en un recurso importante: centralizar el agua. Ahora, el título con un poco más de amabilidad: crear una entidad nacional que pueda coordinar la intervención del agua. El agua en Colombia se planea a través de corporaciones autónomas regionales que desde la Ley 99 para acá han sido objeto de reformas para mal que no son objeto de este ensayo. El agua debe ser considerada como prioridad y el conocimiento y planeación del recurso debe estar en cabeza de la élite técnica. Su aprovechamiento e intervención en todos los sentidos debe estar a cargo de una entidad que pueda coordinar las actividades regionales con autoridad y suficiencia. Eso no ocurre hoy. La política del agua deben contener denominadores comunes fuertes y no estar a merced de los átomos en desorden que es hoy.
2. Definir con claridad donde se puede hacer minería. Y en donde se pueda, pues se realiza y donde no se pueda, no se hace y se establece como una zona especial y protegida pero con las herramientas que permitan protegerla. No que quede a merced de la explotación ilegal.
3. Definir de una vez que la operación minera debe estar en manos de los mejores. Acabar con privilegios de explotación para minorías cualquiera que éstas sean. Y que la minería tenga en su asignación de áreas los criterios para que sean las empresas con mayor experiencia técnica y capacidad económica que las realicen.